Para empezar a abordar el tema, necesitamos hablar de sus aspectos científicos que la literatura reporta. Según ellos, es posible encontrar resultados similares tanto en las técnicas de autoligado como en las convencionales.
Entre algunos de estos casos, podemos analizar el bracket de autoligado pasivo, que termina por no tener una diferencia significativa con los métodos convencionales.
Contribuye para la reducción de la fricción, y puede ayudar en algunos momentos. Si cambiamos los brackets y continuamos con el tratamiento, el resultado no cambiará.
Así que cuando llevamos esto más lejos, nos damos cuenta de que no es el bracket de autoligado lo que marcará la diferencia, sino el sistema y la forma de realizar el tratamiento.
Un buen ejemplo de esto son algunos alambres de alta tecnología, como el Copper, que junto con el bracket de autoligado pasivo es una asociación que permite fuerzas muy bajas. Cuando nos damos cuenta de e,sto, vemos que utilizar una fuerza mayor puede incluso causar problemas en el tratamiento.
De hecho, es un cambio de categoría, como si cambiaras a un coche nuevo diferente al tuyo. El nuevo coche tendrá una mayor potencia al acelerar, y si no controlas esto, puede provocar un accidente.
Debemos utilizar fuerzas más ligeras siempre que sea posible, donde incluso podemos encontrar maneras para conseguirlo. Tenemos como ejemplo la elevación de la mordida que se ve aumentada en todos los casos de sistemas de autoligados pasivos, ellos podrán mejorar aún más el movimiento, siendo capaces de eliminar el engranaje oclusal.
El engranaje es eliminado, suprimiendo esa fuerza que puede dificultar el movimiento. Con esto se tiene mucha más libertad para mover ese diente.
Debemos ser conscientes de que las habilidades “más avanzadas” no siempre son las mejores para el tratamiento del paciente. Así que podemos encontrar algunos trucos y otras técnicas para hacer frente a diferentes situaciones.