El principal obstáculo para muchos ortodoncistas es el diagnóstico y la planificación, lo básico, la organización inicial. Durante la especialización, el estudiante está eufórico, deseando todo el tiempo empezar con la biomecánica y montar los aparatos.
Como consecuencia, es posible que los alumnos no se tomen en serio el tema del diagnóstico y la planificación. Esto acaba siendo muy importante cuando miramos más adelante en nuestras carreras.
Cuando analizamos la maloclusión de un paciente, primero evaluamos la oclusión tridimensional, vertical, transversal y sagitalmente. Y también debemos fijarnos en los componentes esqueléticos de esta maloclusión.
Tenemos que analizar si es de origen dental o esquelético, si el problema está en la arcada superior, inferior, en ambas arcadas, si hay algún componente funcional.
Esta maloclusión puede estar influenciada por la disfunción del paciente, quizás una posición incorrecta de la mandíbula y de los cóndilos, lo que lleva a una posición oclusal inadecuada para este paciente.
Todo ello debe tenerse en cuenta durante el diagnóstico y la planificación. Hay que anotar estas características, además de tener una buena anamnesis, un examen clínico y dinámico. Por lo tanto, cuando hablamos de maloclusión, no se trata sólo de mirar los dientes, va mucho más allá.
Hay muchos otros factores a tener en cuenta. Uno de ellos es la posición transversal, vertical y sagital de los dientes. También hay que tener en cuenta el análisis facial, porque no podemos referirnos sólo a la posición de los dientes, tenemos que tener en cuenta la cara.
Así que tenemos que crear una buena relación dental, respetando en todos los aspectos de la oclusión normal las posiciones dentales adecuadas en relación con la cara y que estén en armonía con la sonrisa del paciente.